En la actualidad es una de las mejores opciones como método sostenible de calefacción. Su principal característica es que extrae energía del aire de su entorno, y la transforma para conseguir calentar (o enfriar) el espacio en el que esté instalado. Una de sus grandes ventajas es que el mismo aparato puedes utilizarlo tanto en invierno como en verano, adaptando la temperatura a las circunstancias ambientales. Además, puedes usarlo para calentar agua sanitaria, por lo que no tendrás que añadir una caldera de gas ni otro sistema para conseguir agua caliente en el grifo.

Se considera a este tipo de calefacción como energía renovable, porque a pesar de que utiliza la electricidad como su fuente de energía, es capaz de generar más energía de la que consume. Lo que hace que tu factura energética baje de forma considerable. Una de las consecuencias de este tipo de calefacción es que, al ser tan eficiente y consumir menos energía, su contaminación también se reduce. Es bueno para ti y es bueno para el planeta.